Stories: Araceli
Noviembre, recordando a los santos y seres queridos en nuestras vidas.
Durante las últimas dos semanas, reflexioné sobre la aventura de ser un Misionero Redentorista. Mientras celebramos las fiestas de Todos los Santos y el Día de los Muertos, quiero dedicar mis reflexiones diarias en noviembre a las vidas de los santos y seres queridos que me han inspirado y continúan inspirando mi vida como sacerdote y redentorista. He sido bendecido con muchos ejemplos de fe, no solo en aquellos fácilmente reconocidos por su bondad y fe, sino también en algunas personas cuyas vidas parecían terminar en tragedia.
Padre Migrante
November, remembering the saints and loved ones in our lives
For the past two weeks, I reflected on the adventure of being a Redemptorist Missionary. As we celebrate the feasts of All Saints and All Soul’s Day, I want to dedicate my daily reflections in November to the lives of the saints and loved ones who have and continue to inspire my life as a priest and a Redemptorist. I have been blessed with many examples of faith, not only in those easily recognized for their goodness and faith, but also in some people whose lives appeared to end in tragedy.
Padre Migrante
Araceli
Fui al hospital llevando la comunión a Araceli. Ella estaba en cuidados paliativos. Tenía 34 años, era esposa y madre de tres hermosos hijos. Nuestra parroquia llevó la comunión a ella todos los días. Seis días a la semana, miembros de la parroquia llevaron la comunión. Un día a la semana, uno de los sacerdotes llevó la comunión. Ella y su esposo eran catequistas en nuestro programa de educación religiosa.
Después de darle la comunión, su esposo dijo: “Padre, agradecemos que ella reciba la comunión todos los días, pero ¿podría celebrar misa por ella algún día?” Le dije que invitara a sus padres y otros familiares el próximo día. También, traiga a los niños. Al día siguiente, once miembros de la familia vinieron a la Misa. Estaba extremadamente débil y tuve miedo de que pasara antes de recibir la comunión. Después de recibir la comunión y ofrecer la bendición de clausura de la Misa, Araceli me preguntó: “Padre, ¿quieres mi bendición?” Me arrodillé junto a la cama y ella puso su mano en mi cabeza. No recuerdo sus palabras, pero recuerdo mis lágrimas.
Luego bendijo a su esposo, sus hijos, sus padres, su hermana y otros parientes. Dos días después ella fue al Señor. Nuestra parroquia celebró su vida con muchas personas que compartieron la inspiración que sintieron al ver a una joven, esposa y madre mostrando tanta fe como ella sufría de cáncer. Como comunidad, lamentamos su fallecimiento, pero celebramos su vida y su fe.
Araceli
I went to the hospital, taking communion to Araceli. She was in hospice care. She was 34, wife and mother of three beautiful children. Our parish took communion to her every day. Six days a week, members of the parish took her communion. One day a week, one of the priests took her communion. She and her husband were catechists in our religious education program.
After giving her communion, her husband said, “Father, we appreciate that she receives communion every day, but could you celebrate Mass for her one day.” I told him to invite her parents and other relatives tomorrow. Also, bring the children. The next day, eleven members of the family came for the Mass. She was extremely weak, and I feared that she might pass before receiving communion. After receiving communion and offering the closing blessing of the Mass, Araceli asked, “Father, do you want my blessing?” I knelt next to the bed and she put her hand on my head. I do not remember her words, but I remember tears running down my cheek.
She then blessed her husband, her children, her parents, her sister and other relatives. Two days later she went to the Lord. Our parish celebrated her life with many people sharing the inspiration they felt as they watched a young woman, wife and mother showing such faith as she suffered with cancer. As a community, we mourned her passing, but celebrated her life and faith.