Mission of Padre Migrante: Our compadre – Gildo
Nuestro compadre, Gildo
Gildo era uno de los padrinos de nuestro grupo juvenil. Era un hombre que desempeñó el papel de padrino para hombres jóvenes que no tenían familiares en Denver. Era un hombre sabio de la calle en quien los jóvenes podían confiar. Ellos lo respetaron.
Caminando con Gildo
Cuando comenzamos Casa San Alfonso, uno de los laicos que apoyaba nuestro ministerio era Hermenegildo, mejor conocido simplemente como Gildo. Su papel en el ministerio fue darnos credenciales con los jóvenes. Sus hijos participaron en los programas para jóvenes en la parroquia de San José. Cuando llegué por primera vez a Denver, me recibió en su casa diciendo: “Padre, en este barrio la comida es mexicana, el idioma es español y la cerveza es Budweiser porque nadie puede tomar Corona”. Luego me ofreció una Budweiser. Creo que no era un juicio de la cerveza, pero era la cerveza que tenía en ese momento.
Poco después de llegar a Denver, una de las hermanas que trabajaba con nosotros regresó a México y cargamos sus cosas en una camioneta para su mudanza. P. Patricio, Gildo y su esposa Lucy, el hermano Andy, la hermana María Elena y yo condujimos de Denver a la Ciudad de México. Gildo conducía todo el tiempo en México. En ese viaje y durante mi tiempo en Denver, Gildo fue el modelo de ser un hombre completamente mexicano. Representó el humor, la sensibilidad, el carácter y la fe mexicana.
Su humor era terrenal y autocrítico. Una vez dijo: “Padre. Tal vez usted pueda ayudarme con un misterio. ¿Cómo es que las mujeres mexicanas pueden ser tan hermosas y los hombres somos tan feos?” Una vez fui a su casa y estaba decorada para una fiesta. Le pregunté: “¿Cuál es el motivo de la fiesta?” Dijo: “Es porque has venido a nuestra casa”. Entonces dije: “¿Y si no vengo?” Dijo: “Tendríamos otra razón”. Contó historias un tanto descoloridas con los jóvenes de nuestro grupo, pero demostró su valentía al hablar sobre las mujeres. Fue testigo de humor mexicano, buena diversión y responsabilidad personal. Podía presumir de comer chile picante y sonrojarse cuando se quemaba. Lo llamábamos un padrino de Casa San Alfonso.
Estaba con el P. Patricio y yo en buenos tiempos. Cuando necesitábamos su apoyo, vino. No era un hombre que hablara tanto de la fe, pero enseñó a los jóvenes por su devoción y carácter. He tenido el privilegio de conocer a muchos hombres como Gildo durante mi tiempo en el Ministerio Hispano. Fue el primero de muchos mexicanos honorables que me recibieron no solo como sacerdote, sino como amigo.
Our compadre, Gildo
Gildo was one of the padrinos of our youth group. He was a man who played the role of a padrino for young men who had no family members in Denver. He was a street wise man whom young men could trust. They looked up to him.
Walking with Gildo
When we began Casa San Alfonso, one of the laymen supporting our ministry was Hermenegildo, better known as simply, Gildo (pronounced Hildo). His role in our ministry was to give us credentials with young men. His children participated in our youth programs at St. Joseph parish. When I first arrived in Denver, he welcomed me to his home saying, “Padre, in this barrio, the food is Mexican, the language is Spanish, and the beer is Budweiser because nobody can drink Corona.” He then offered me a Budweiser. I think that he said that not a judgement on beer, but it was the beer that he had at the time.
Soon after arriving in Denver, one of the sisters who worked with us returned to Mexico and we loaded her things in a parish van for her move. Fr. Patrick, Gildo and his wife, Lucy, Brother Andy, Sr. María Elena and I drove from Denver to Mexico City. Gildo did all the driving in Mexico. On that trip and throughout my time in Denver, Gildo was the model of being a thoroughly Mexican man. He represented Mexican humor, sensibility, character and faith.
His humor was earthy and self-deprecating. He once said, “Padre. Maybe you can help me with a mystery. How is it that Mexican women can be so beautiful, and we men are so ugly?” Once, I went to his house and it was decorated for a party. I asked, “What’s the reason for the party?” He said, “It’s because you have come to our house.” I then said, “What if I did not come?” He said, “We would have another reason.” He told somewhat off-colored stories with the young men in our group, yet modeled gallantry in speaking about women. He witnessed to our youth humor, good fun and personal responsibility. He could boast of eating hot chile, and blush when it burned. We called him a padrino (godfather) of Casa San Alfonso.
He was with Fr. Patrick and I in the best of times. When we needed his support, he came. He was not a man who spoke much about faith, but he taught our youth by devotion and character. I have had the privilege of coming to know many men like Gildo in my time in Hispanic Ministry. He was the first of many honorable Mexican men who welcomed me not just as a priest, but as a friend.
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Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.
Nayeli
July 8, 2021 @ 11:11 pm
Don Gildo una gran persona y excelente ser humano junto con su adorada esposa Doña Lucy. Como las recuerdo, los quiero y extraño tanto