Ministry Today: Discovering Hidden Talent/ Descubrir Talento Escondido
Discovering Hidden Talent
I went to Omaha to introduce Hispanic Ministry to Holy Name, my home parish. My first Sunday in the parish, I met a woman, Maria, who asked when I would have a baptism class. I had not even unpacked my suitcase let alone begin planning classes for anything. I asked why she wanted a baptism class. She said that friends asked her and her husband to be padrinos (godparents) for a child’s baptism. I asked if she had ever been to a baptism class before. She said, “of course.” I told her that I would not require a class for someone who had attended a class previously. I then asked about her practice of the Catholic faith.
Maria told me that she was retired, and when I asked what her work had been, she surprised me when she told me that she worked for the bishop of her diocese. She told me that she was the director for the Office of Evangelization. I joked that the parish requiring her to have a baptism class should have asked her to teach the class. I gave her a letter testifying that she was well prepared to be a godmother.
In my first two weeks at the parish, two families asked to have quinceañeras for their daughters. In both cases, neither young woman had received their First Communion. I offered them the opportunity to receive their First Communion before their services. Each of them had other family members past the normal age for First Communion. It was May and I did not yet know of people qualified to prepare children for First Eucharist.
I asked Maria the following Sunday if she could help me with the twelve children that I wanted to prepare for First Communion. I told her that I wanted the young women ready before Quinceañeras in August. She took the list of children, called the parents and arranged teaching classes on the front steps of the church as her classroom. Two months later we celebrated their First Communion. The two families became very committed members of the parish and helped us welcome to our parish relatives, friends, and co-workers.
Discovering Maria as a well-prepared catechist was not surprising to me, but may be to many who have not walked with migrants from Latin America. Lay catechists play an important role in the Church in Latin America. Many catechists whom I meet from Latin America are very well prepared. Often, they teach their students in places outside the classrooms of the churches. Watching Maria at a couple of her classes, I thanked God for sending her and witnessing to others in our parish the blessing our parish had in receiving the Hispanic community at Holy Name.
(Tomorrow: Reflection on Sunday readings)
Descubrir Talento Escondido
Fui a Omaha para presentar el Ministerio Hispano a Holy Name, mi parroquia natal. Mi primer domingo en la parroquia, conocí a una mujer, María, que preguntó, “¿cuándo tiene una clase de bautismo?” Ni siquiera había desempacado mi maleta y mucho menos comenzar a planear clases para cualquier cosa. Le pregunté por qué quería una clase de bautismo. Dijo que sus amigos le pidieron a ella y a su esposo que fueran padrinos para el bautismo de un niño. Le pregunté si ellos han asistido clases de bautismo antes. Ella dijo, “por supuesto”. Le dije que no obligo una clase para alguien que ha asistido a una clase anteriormente. Luego le pregunté sobre su práctica de la fe católica.
María me dijo que estaba jubilada, y cuando le pregunté cuál había sido su trabajo, me sorprendió cuando me dijo que trabajaba para el obispo de su diócesis en México. Me dijo que era la directora de la Oficina de Evangelización. Bromeé diciendo que la parroquia que requería que ella tuviera una clase de bautismo debería haberle pedido que enseña la clase. Le di una carta en la que testificaba que estaba bien preparada para ser madrina.
En mis primeras dos semanas en la parroquia, dos familias pidieron quinceañeras para sus hijas. En ambos casos, ninguna de las jóvenes había recibido su Primera Comunión. Les ofrecí la oportunidad de recibir la Comunión antes de sus quinceañeras. Cada una tenía otros miembros de la familia de mayor edad normal para la Primera Comunión. Era mayo y todavía no conocía personas calificadas para preparar a los niños para la Primera Eucaristía.
Le pregunté a María el domingo siguiente si podía ayudarme con los doce niños que quería la Primera Comunión. Quería que las jóvenes estuvieran listas antes de las Quinceañeras en agosto. Ella tomó la lista de niños, llamó a los padres y organizó clases de enseñanza en los escalones de la entrada de la iglesia como su salón de clases. Dos meses después celebramos las Primeras Comuniones. Las dos familias se convirtieron en miembros muy comprometidos a la parroquia y nos ayudaron, invitando a sus parientes, amigos y compañeros de trabajo a nuestra parroquia.
Descubrir a María como una catequista bien preparada no me sorprendió, pero puede sorprender a los que no han caminado con migrantes de América Latina. Los catequistas laicos tienen un papel importante en la Iglesia en América Latina. Catequistas de América Latina ordinariamente están muy bien preparados. A menudo, enseñan a sus alumnos en lugares fuera de las aulas de las iglesias. Al ver a María en unas de sus clases, le agradecí a Dios por enviarla y dar testimonio a otros en nuestra parroquia de la bendición que nuestra parroquia tuvo al recibir a la comunidad hispana en Holy Name.
(Mañana: Reflexión de las lecturas del domingo)