Migrant Stories / Uno Buscando Asilo
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A Refugee story
It has been my privilege to hear the stories of people who have fled their country in search of a better life in the United States. I recognize the hardship, the abuse and the injustice that many suffer. It is hard to imagine what makes a person migrate. Here is a true story that may help people understand.
A young man approached me after Mass one day. He was 14 years old. He arrived from Mexico earlier that week. He was one of those whom immigration authorities call an “unaccompanied minor.” I asked him, “What was so bad in Mexico that you had to leave your home?” He said, “After they murdered my father and my brother, I knew I had to leave.” He told me the story of a town under the leadership of drug dealers and organized criminals. His father tried to stand up to the cartel, but he was executed and publicly dragged through the streets as a sign to others not to cross the cartel. Two years later, his brother was killed. He went to the border and spent eight days in the desert before arriving in Phoenix. Relatives from a midwestern community brought him to the parish where I worked.
There are so many stories like this. War, violence, natural disasters, organized crime and desperation drive people to our borders. Even in times are difficult here, there are forces that push people to the borders of nations that appear more stable and free than countries where people have little hope.
Pray for migrants, refugees and asylum seekers.
Historia de un refugiado
He tenido un privilegio escuchar las historias de personas que han huido de su país en busca de una vida mejor en los Estados Unidos. Reconozco las penurias, los abusos y la injusticia que sufren muchos. Es difícil imaginar el impulso de migrar. Aquí hay una historia que puede educar a la gente ciudadana.
Un joven se me acercó después de la misa un día. Tenía 14 años. Llegó de México al principio de esa semana. Fue uno de los que las autoridades de inmigración llaman “menor sin acompañamiento”. Le pregunté: “¿Qué fue tan malo en México que tuviste que dejar tu casa?” Dijo: “Después de que asesinaron a mi padre y a mi hermano, supe que tenía que irme”. Me contó la historia de un pueblo dirigido por narcotraficantes y delincuentes organizados. Su padre trató de plantar cara al cartel, pero fue ejecutado y arrastrado públicamente por las calles como señal para que otros no desobedecieron el cartel. Dos años después, su hermano fue asesinado. Fue a la frontera y pasó ocho días en el desierto antes de llegar a Phoenix. Los familiares de una comunidad del medio oeste lo llevaron a la parroquia donde trabajaba.
Hay tantas historias como esta. La guerra, la violencia, los desastres naturales, el crimen organizado y la desesperación llevan a la gente a nuestras fronteras. Incluso en tiempos difíciles aquí, hay fuerzas que empujan a las personas a las fronteras de naciones que parecen más estables y libres que países donde la gente tiene poca esperanza.
Oren por los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo.