Lent: No time for Sourpusses – No hay tiempo para una cara de vinagre
Este año, el Miércoles de Cenizas en todo el mundo, la gente recibirá la señal de comenzar nuestra celebración de Cuaresma con un rociado de cenizas sobre su cabeza, en lugar de mancharse la cara con cenizas. Se parece distinta a nuestra experiencia. La singularidad de rociar las cenizas nos invita a reflexionar sobre la Cuaresma de una manera refrescante.
No hay tiempo para una cara de vinagre
Al entrar en Cuaresma con una nueva forma de ser marcado con cenizas, he considerado la preocupación del Papa Francisco de que tengamos demasiadas “caras agrias” entre nuestra comunidad de fieles. Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre. (EG 85) El ayuno, el sacrificio, la penitencia y la oración son prácticas bien establecidas de la Cuaresma. Son parte de nuestra humilde respuesta a Dios. Recordamos nuestra indignidad del amor y la misericordia de Dios.
La liturgia del Miércoles de Ceniza nos recuerda que el verdadero signo del sacrificio en nuestra vida surge de nuestro corazón, no de nuestras acciones externas. La primera lectura: “Enluten su corazón y no sus vestidos”, nos llama a la renovación interior. La aclamación del evangelio dice: Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón”. Nuestro ayuno, sacrificio, penitencia y oración nos abren para escuchar la voz de Dios.
“Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto”. Desde que he celebrado misas para el miércoles de ceniza, después de escuchar las palabras de Jesús en el Evangelio, poner cenizas en nuestras frentes parece fuera de lugar.
Hagamos de esta Cuaresma un momento para resistirnos a convertirnos en estar “amargados”. Dejemos que nuestro ayuno, oración y sacrificio nos brinden corazones abiertos para escuchar la voz de Dios.
This year, on Ash Wednesday throughout the world, people will receive the sign of beginning our Lenten celebration with a sprinkling of ashes over the heads of the faithful, rather than being smudged on the forehead with ashes. It may appear very different for many people. The uniqueness of sprinkling of the ashes invites us to reflect on Lent in a refreshing way.
No time for Sourpusses
As we enter Lent with a new way of being marked with ashes, I have considered Pope Francis concern that we have too many “sourpusses” amongst our faithful community. One of the more serious temptations which stifles boldness and zeal is a defeatism which turns us into querulous and disillusioned pessimists, “sourpusses”. (EG 85) Fasting, sacrifice, penance and prayer are well established practices of Lent. They are part of our humble response to God. We remember our unworthiness of God’s love and mercy.
The liturgy for Ash Wednesday reminds us that the real sign of sacrifice in our lives arises from our hearts, not our outward actions. The first reading: “Rend your hearts, not your garments,” calls us to internal renewal. The gospel acclamation says: “If today you hear his voice, harden not your hearts.” Our fasting, sacrifice, penance and prayer opens us to hear God’s voice.
“When you fast, anoint your head and wash your face, so that you may not appear to be fasting, except to your Father who is hidden.” As long as I have celebrated Masses for Ash Wednesday, after hearing the words of Jesus in the Gospel, placing ashes on our foreheads appears out of place.
Let us make this Lent a time to resist becoming “sourpusses.” Let our fasting, prayer and sacrifice gives us hearts open to hearing God’s voice.
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.