Homily/Homilía for XXIX Sunday
“I have called you by name.”
The Prophet Isaiah speaks of the call of God, given to a man who was not Jewish, not a descendent of Israel. He says to Cyrus, the King of Persia, “I have called you by name” for the sake of the people of Jacob, the people of Israel. There are several times when God calls people by name. The angel Gabriel calls a teen aged virgin girl, “Hail Mary, full of grace.” Called by name. God calls some people and changes their name, “Simon, son of John, you are Peter and on this rock I will build my church.” Called by name. Jesus calls on one who was persecuting the early believers, “Saul, Saul, why do you persecute me?” Saul became known as Paul. In the Scriptures, it was very important to be “called by name.”
When Paul wrote to the Thesalonians in today’s second reading, he tells all believers;
“Brothers and sisters …. you were chosen.”
The call of God is not just for the famous people of Scripture, but each of us is called. We are chosen, we are called by name. When missionaries came to the Americas, they came serving the soldiers who came as part of the European conquest of the Americas. Some of the clergy coming from Spain to Mexico served those who settled as foreigners in the new world, others came as missionaries to evangelize the indigenous people of the Americas. As the missionaries baptized converts to the faith, very few saw the indigenous converts as “chosen”. Then came one convert near the city of Mexico. He was Cuahtlatowac. At baptism he was given a Christian name. He was “called by name.” It was his custom to walk nine miles to Mexico to hear the teaching of the friars. He wanted to know more about his new faith. While on the way to Mexico he heard a call. A young woman, a virgin said, “Juantzin, Juan Diegotzin.” She spoke in Nahuatl. The “tzin” at the end of name, was more than a simple salutation. It meant, “my beloved Juan, my chosen Juan Diego.”
I love to speak about the devotion to Mary, the Mother of God, when speaking about Our Lady of Guadalupe, but in my personal journey as a believer, I want to imitate the humble Juan Diego who responded to the call of God in the story of the Apparitions of Our Lady of Guadalupe. He was open to the grace that God gave to him.
The world today needs believers to hear God’s call. We need to believe that we are beloved, we are chosen. We need to heal the divisions of our world, to walk with and heal the sick. We need to guide and teach the children. We need to care for those suffering during this pandemic. We need to forgive and to be forgiven. Humbly, we need to be witnesses to the world of another way. A way that does not judge, condemn and separate us from those who are on the fringes of church and society.
Paul called on all believers to serve those who need our attention and care. You are called. You are chosen. Let us go and be signs to people of the joy of living as witnesses to God.
Reflexiones para el Domingo XXIX
“Te he llamado por tu nombre”.
El profeta Isaías habla del llamado de Dios, dado a un hombre que no era judío, ni descendiente de Israel. Él le dice a Ciro, el rey de Persia, “Te he llamado por tu nombre” por amor al pueblo de Jacob, el pueblo de Israel. Hay varias ocasiones en las que Dios llama a las personas por su nombre. El ángel Gabriel llama a una joven virgen, “Dios te salve, María, llena eres de gracia”. Llamado por su nombre. Dios llama a algunas personas y les cambia el nombre, “Simón, hijo de Juan, tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia”. Llamado por su nombre. Jesús llama a uno que perseguía a los primeros creyentes: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Saulo se hizo conocido como Pablo. En las Escrituras, era muy importante ser “llamado por su nombre”.
Cuando Pablo escribió a los tesalonicenses en la segunda lectura de hoy, les dice a todos los creyentes;
“Hermanos y hermanas … ustedes fueron elegidos”.
El llamado de Dios no es solo para las personas famosas de las Escrituras, sino que cada uno de nosotros está llamado. Somos elegidos, somos llamados por nuestro nombre. Cuando los misioneros llegaron a las Américas, vinieron sirviendo a los soldados que llegaron como parte de la conquista europea de las Américas. Algunos de los clérigos que llegaron de España a México sirvieron a los que se establecieron como extranjeros en el nuevo mundo, otros vinieron como misioneros para evangelizar a los pueblos indígenas de América. Mientras los misioneros bautizaban a los convertidos a la fe, muy pocos vieron a los convertidos indígenas como “elegidos”. Luego vino un convertido cerca de la ciudad de México. Fue Cuahtlatowac. En el bautismo se le dio un nombre cristiano. Fue “llamado por su nombre”. Tenía la costumbre de caminar nueve millas hasta México para escuchar las enseñanzas de los frailes. Quería saber más sobre su nueva fe. Mientras se dirigía a México escuchó una llamada. Una mujer joven, virgen dijo: “Juantzin, Juan Diegotzin”. Habló en náhuatl. El “tzin” al final del nombre, era más que un simple saludo. Significaba “mi amado Juan, mi elegido Juan Diego”.
Me encanta hablar de la devoción a María, la Madre de Dios, cuando hablo de Nuestra Señora de Guadalupe, pero en mi camino personal como creyente, quiero imitar al humilde Juan Diego que respondió al llamado de Dios en la historia de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe. Estaba abierto a la gracia que Dios le dio.
Hoy el mundo necesita que los creyentes escuchen el llamado de Dios. Necesitamos creer que somos amados, somos elegidos. Necesitamos sanar las divisiones de nuestro mundo, caminar con los enfermos y sanarlos. Necesitamos guiar y enseñar a los niños. Necesitamos cuidar a los que sufren durante esta pandemia. Necesitamos perdonar y ser perdonados. Humildemente, necesitamos ser testigos del mundo de otra manera. Una forma que no nos juzgue, condene y separe a los que están al margen de la iglesia y la sociedad.
Pablo llamó a todos los creyentes a servir a aquellos que necesitan nuestra atención y cuidado. Eres llamado. Eres elegido. Vayamos y seamos signos para las personas de la alegría de vivir como testigos de Dios.