Vocation/Vocación : Casa San Alfonso
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Pastoral Hispano y la Casa San Alfonso
Mi camino con migrantes e inmigrantes es fuera de la experiencia ordinaria de muchos sacerdotes. Tenía un buen mentor en un Redentorista, Padre Enrique López que dijo, “si no caminas con mi gente, no te molestes en estudiar el español.” Desde que empecé la aventura de trabajar con latinos, he caminado con jóvenes en Denver, con campesinos en las cosechas de fruta y verdura, fui al tribunal con gente en casos de inmigración y en casos civiles. He caminado con gente en cárceles y con los luchando con adicciones. En todo, mis mejores mentores son los pobres que me mostraron la fe en situaciones difíciles, pero en todo, he experimentado la grandeza de la fe del migrante.
Hispanic Ministry and Casa San Alfonso
My walk with migrants and immigrants is outside the ordinary experience of many priests. I had a good mentor, Father Enrique López, C.Ss.R. who said, “If you don’t walk with my people, don’t bother studying Spanish.” Since I began my adventure of working with Latinos, I have walked with young people in Denver, with farmers in the fruit and vegetable harvests, I went to court with people in immigration cases and in civil cases. I walked with people in prisons and with those struggling with addictions. In everything, my best mentors are the poor who showed me faith in difficult situations, but in everything, I have experienced the greatness of the faith of migrants.
En 1991, Dios clarificó la inquietud que era parte de mi vida desde que era joven. Entré los Redentoristas para ser un misionero. Por diez años, era pastor asociado en Wichita, Minneapolis y Denver. Por siete años, era promotor de vocaciones. Nuestro Superior General introdujo una iniciativa por Redentoristas en todo el mundo. El quiso formar unas comunidades que ofrecieron una apertura para jóvenes conocer la visión de nuestro fundador, San Alfonso de Ligorio, y la misión de los Redentoristas. Padre Patricio, Hermano Andrés y yo iniciamos en Denver una iniciativa en la pastoral juvenil formando la Casa San Alfonso.
Queríamos servir a los jóvenes viviendo en el centro de Denver. La misión de la casa no tenía definición cuando rentamos una casa seis cuadras de la Iglesia San José. Había un grupo juvenil activo en la Iglesia San José, invitamos a los jóvenes sentir en casa con nosotros. Decimos que “Hay tortillas en el refri y frijoles en la estufa, nuestra casa es tu casa.” El 9 de noviembre 1991 invitamos unos jóvenes ayudarnos a limpiar la casa y mover muebles a la casa. En la tarde ordenamos pizza, y después de comer los jóvenes anunciaron que van a un baile de una quinceañera. Saliendo la casa ellos dijeron que van a regresar. Pensamos que nadie va a visitar una casa religiosa después de un baile. Unos amigos quedaron con nosotros, y a las diez de la noche rezamos “Completas” y despedimos a los amigos.
A las once, treinta jóvenes vinieron a la casa, llevando “boom box” y comida. Movieron los muebles para tener espacio para bailar. Nosotros entendimos que la Casa San Alfonso será una aventura con los jóvenes. En pocos días invitamos a tres jóvenes vivir con nosotros, invitando ellos ser parte de nuestra comunidad. Entramos un compacto con ellos que participan en la vida comunitaria de nosotros y que nos ayudan ofreciendo hospitalidad a otros jóvenes en la Casa San Alfonso.
Al principio, celebramos cumpleaños de varios jóvenes, días de santos, fiestas culturales, fiesta de Juan Diego y de la Virgen de Guadalupe, y Posadas. Algunos pensaron que nuestro trabajo con los jóvenes no era un ministerio serio, solo era “Casa de las Fiestas”. De la casa organizamos unos retiros, y Pascua Juvenil, pero había duda que pudimos realizar un ministerio más profundo.
En la primavera, un joven murió en un accidente de coche. Hubo muchos jóvenes participando en su funeral. Muchos jóvenes vinieron a la casa por consolación. Hubo dos crisis más entre los jóvenes en las próximas semanas, y la casa se convirtió de casa de las fiestas a una verdadera casa de la juventud. Por cinco años, caminé con los jóvenes y en verdad, los jóvenes me formaron en ser misionero a los migrantes. Hay muchas historias que puedo compartir de estos años. Después de cinco años, el ministerio de la casa cambio a la formación de un equipo misionero, ofreciendo misiones en parroquias donde había sacerdotes buscando ayuda para integrar el ministerio hispano en comunidades recientemente recibiendo migrantes e inmigrantes.
La aventura de la Casa San Alfonso terminó en 1996, pero me formó en misionero migrante. Visité algunos de nuestros hijos este verano. La Casa San Alfonso no solamente hizo retiros y evangelización para jóvenes. Los jóvenes fueron nuestra familia. Me encante mi visita en junio con mis hijos, recordando nuestro tiempo en la Casa. Mi aventura en la pastoral Hispano entró otra fase en las misiones bilingües.
(Mañana: Las misiones bilingües)
In 1991, God allowed me to realize my childhood dream of being a missionary but instead of going to a foreign country, the foreign community came to me. I entered the Redemptorists to be a missionary. For ten years, I was an associate pastor in Wichita, Minneapolis, and Denver. For seven years, I was a vocation director. Our Superior General introduced an initiative for Redemptorists around the world. He wanted to form communities that offered an opportunity for young people to know the vision of our founder, Saint Alphonsus of Liguori, and the mission of the Redemptorists. Father Patrick, Brother Andrew and I began Casa San Alfonso, a Redemptorist initiative in youth ministry in Denver.
We wanted to serve youth in the inner city of Denver. The mission of the house was undefined when we rented a house six blocks from St. Joseph’s Church. There was an active youth group at St. Joseph’s. We invited young people for feel at home at the Casa. We said, “There are tortillas in the fridge and beans on the stove, our house is your house.” On November 9, 1991, we invited some young people to help us clean the house and move furniture to the house. In the afternoon we ordered pizza. After eating the young people announced that they were going to a quinceañera dance. As they left, they said they would come back later. We thought that they would not visit a religious community after a dance. Some friends stayed with us, and at ten at night we prayed “Compline” and said goodbye to the friends.
At eleven o’clock, thirty young people came to the house, bringing “boom boxes” and food. They moved furniture to open the floor to dance. We understood that Casa San Alfonso would be an adventure with young people. In a few days we invited three young people to live with us, inviting them to be part of our community. We entered a compact with them that they would participate in our religious community times of prayer and they would help offer welcome to everyone who entered Casa San Alfonso.
At the beginning, we celebrated birthdays, patron saints days, holy days, cultural festivals, the feast of Juan Diego and the Virgin of Guadalupe, and Posadas. Some thought that our work with the youth was not a serious ministry, it was just “Casa de las Fiestas”. We organized some retreats, and a Holy Week youth program in the mountains, but there was doubt that we really create a significant youth program.
In the spring, a young man was killed in a car accident. Many young people participated in his funeral. Many came to the house for consolation. There were two more crises among young people in the next few weeks, and the house changed from being a party house to be a true house of youth ministry. For five years, I walked with the youth, and in truth, the youth trained me to be a missionary to migrants. There are many stories that I can share from those years. After five years, the ministry of the house evolved into the formation of a missionary team, offering missions in parishes where there were priests seeking help to integrate the Hispanic ministry in communities recently receiving migrants and immigrants.
The Casa San Alfonso adventure ended in 1996, but it trained me as a migrant missionary. I visited some of our youth this summer. Casa San Alfonso did not only do retreats and evangelization for young people. The young people were our family. I loved my visit in June with my family, remembering our time at the Casa. My adventure in Hispanic ministry entered another phase in bilingual missions.
(Tomorrow: The bilingual missions)